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Historias de la otra vida (II)
Publicado por Baltasar Gil en Factores Humanos el 09/17/2012
Buenos días capitán, soy Jaime Acuña de la Shipping Insurance Company ¿qué tal se encuentra? supongo que desarbolado, tiene que ser muy duro perder un buque de 300 metros cargado de crudo hasta las cejas y dejarlo en el fondo del mar para siempre. ¿Qué pasó aquella noche? tiene que ayudarme a reconstruir todos los hechos, ya sé que se lo han preguntado 20 veces estos días.
Mire Dr. Jaime, nunca tenía que haber salido del fondeadero, la tormenta era enorme y el viento del oeste arreciaba cada vez más, pero usted sabe perfectamente, las presiones comerciales son grandes, y hoy en día un capitán manda cada vez menos.
Entiendo que usted hizo la maniobra correcta, libró los bajos por babor con distancia suficiente y cambió de rumbo al sur para tomar la entrada al puerto ¿qué ocurrió pues?
Teníamos que haber llevado al práctico abordo, pero con mal tiempo, ya sabe, la costumbre es esperarnos dentro y ayudar en el atraque. Bueno, en fin, yo estaba seguro que con mi experiencia podía enfilar a puerto yo solo, aunque fuese la primera vez que entraba en este maldito sitio.
Perdóneme capitán, no estaba usted solo, tiene oficiales para ayudarle en la maniobra, ¿tampoco ellos vieron que el barco no caía al rumbo sur, e iban ustedes directos contra la costa?
Este punto ya me fastidia Dr. Jaime, y perdone que levante la voz, yo soy el único responsable del barco y soy quien da las órdenes, por supuesto que somos un equipo, pero tendrán que hacer lo que se les diga. El 2º oficial intentaba situarnos en el radar, pero con aquella tormenta apenas se podía por las interferencias eléctricas, y el 1º escudriñaba a simple vista buscando referencias. Pero no se veía nada, era de noche cerrada, sin luna, bajo un chubasco tremendo, con niebla cerrada y un ventarrón de fuerza 10 que nos arrancaba el bigote de la cara, y aquel maldito barco que no viraba…
Ok, ok, no se altere, solo trato de entender qué pasó. Pero justo en el momento en que están más cerca de la costa, aunque no la viesen con claridad, usted mandó parar máquinas, y esto probablemente hizo que el barco quedase sin arrancada y fuese recto contra las rocas.
¡Eso es mentira! yo no di esa orden, simplemente estábamos perdidos, en aquel momento no sabía bien donde estábamos y nadie me ayudaba, en el puente todo el mundo estaba en silencio y el práctico en su lancha tomando un café, usted no sabe lo que le pasa a uno por la cabeza en ese momento, con miles de toneladas de crudo frente a una ciudad desconocida y.., las manos se te agarrotan y el estomago se para.., necesitas tiempo para pensar pero no lo tienes.. sólo quería parar un minuto y pensar..
Cálmese capitán, el miedo es muy humano, a todos nos puede pasar, no conocemos nuestros propios límites psicológicos y fisiológicos, ni tenemos que estar preparados para solventar cualquier situación extrema, no nos pagan para eso, por favor.., por favor no llore capitán.
Un saludo, fiabilidad y factores humanos